Una vecina no podía terminar de montar su escoba eléctrica que había desmontado para limpiarla. Hacía tiempo no lo hacía y había unas tuercas que se le resistían.

Miró la hora y se atrevió a pedir a su vecina si podía venir a ayudarla: claro que sí, faltaria más, ahora mismo vengo.

Entró y poniéndole su ratito finalment lo logró, Hemos de reconocer que es una manitas…

Al salir ve que en la puerta hay la bolsa de los envases y también la orgànica: he de sacar las mías, ¿quieres que te las saque?, Oh no por favor, ya lo haré yo!, no no a mi no me cuesta nada y se las lleva.

La vecina entra rápido a la cocina pues le peligra se queme el calabacín que quiere invertir en una tortilla. Cabe destacar que en sus manos ya pesa mucho darle la vuelta a la sartén pero esta vez implora no perder nada por el camino y logra una perfecta tortilla de cebolla y calabacín que evidentemente, como no podia ser de otra manera, con la sartén aun humeando, cruza el rellano y comparte con su vecina.

-Me traes la cena? No, te traigo compartir mi cena! Y después de partirla, se abrazan.

Es un cuento real y actual.